Territorios

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Los españoles fueron los primeros europeos que poblaron permanentemente las Américas del Norte y Sud. Un mapa de Norteamerica del siglo dieciocho muestra la vasta extensión del imperio Español, desde el fuerte de San Agustín en Florida (fundado en 1565 antes que Jamestown, Virginia) hasta el pequeño asentamiento de San Francisco, establecido en 1776 en los inóspitos parajes de la Alta California. Los españoles colonizaron el suroeste de los Estados Unidos en el siglo dieciséis, y fundaron Santa Fé en Nuevo México en 1610.

En 1774 los exploradores españoles llegaron aun más al norte de la costa pacífica, hasta Canadá, y a finales del siglo dieciocho establecieron un puesto militar en la isla de Vancouver, 350 millas al norte de Seattle. En 1526 los españoles navegaron desde el Caribe hasta la Bahía de Chesapeake, entonces llamada Bahía de Santa María, unos 80 años antes del idealizado encuentro de los ingleses con Pocahontas. En la década de 1520 los navegantes españoles llegaron aun más al norte, hasta el Cabo Cod en Massachusetts, y hasta Bangor en Maine. Los franceses cedieron a los españoles Nueva Orleáns y los territorios del Mississippi en 1762, dentro de las negociaciones de paz posteriores a la Guerra de los Siete Años.

Esta presencia histórica por todo Norteamérica se refleja en muchos acontecimientos clave de la Revolución Americana en los que participaron españoles e hispanoamericanos. Los mercaderes españoles continuaron utilizando las tradicionales líneas comerciales para enviar material de guerra desde Bilbao en el norte de España hasta los puertos de Nueva Inglaterra. En 1776 el General Charles Lee del Ejército Colonial envió soldados a Nueva Orleáns, entonces española, para solicitar al Gobernador español pertrechos militares, los cuales le fueron otorgados a la Causa Americana.

En el año 1776 los españoles comenzaron a despachar pólvora para el Ejército Continental norteamericano desde las fábricas de México, a través de Nueva Orleáns. En Madrid, el Rey Carlos III fundó a medias la compañía ´Rodríguez Hortalez&Co´ con su sobrino el Rey de Francia y envió miles de uniformes, armas, cañones y otros suministros al Ejército Continental durante las primeras etapas de la guerra. Desde España se mandó equipo militar estrategico, parte llegó directamente a las costas de Nueva Inglaterra, y parte fue almacenado en La Habana, Cuba para su posterior envío.

Para recaudar los fondos necesarios para la guerra que comenzó contra los británicos en 1779, el Rey Carlos III impuso un impuesto especial en todo el imperio español, que pagaron españoles e hispanoamericanos desde California hasta Nuevo México. Los españoles y los hispanoamericanos combatieron desde Pensacola en Florida hasta San Carlos en Nicaragua. Estos combates obligaron a los británicos a emplear soldados, equipo y suministros que, de otro modo, hubieran sido utilizados contra los norteamericanos.

Al séptimo año de la Revolución la situación era desesperada. Los soldados del Ejército Norteamericano, mal pagados y mal equipados, se amotinaron. El dólar continental, totalmente devaluado, se hundió en primavera. Los norteamericanos estaban comenzando a cansarse de la rebelión contra uno de los imperios más potentes del mundo.

George Washington y sus asistentes se prepararon para la que muchos creían sería la última oportunidad de combatir con ayuda de soldados franceses en la Batalla de Yorktown en Virginia. Los suministros y la paga de los soldados se obtuvieron mediante una colecta realizada in extremis entre los ciudadanos de La Habana. Los mercaderes y financieros prestaron pesos de plata y monedas de oro que, en gran parte, provenían de las minas de Guanajuato y de Zacatecas, en Mexico.